jueves, 24 de mayo de 2007

Mao Tse tung y la revolucion China


Causas:
China fue siempre un país intervenido por potencias colonialistas. La existencia de territorios ocupados fue argumento suficiente para que los revolucionarios lograran levantar las masas en pro de un cambio que pusiera fin a las usurpaciones. Entre los territorios ocupados estaba Manchuria (la tomó el imperio del Japón en 1931). En 1945 los comunistas fueron factor importante en la liberación de Manchuria, razón por la cual se les aceptará en la población.
Un régimen feudal, caracterizado por el gobierno autócrata de terratenientes. Como consecuencia del régimen feudal persistente la masa campesina se mantiene en la miseria, en la ignorancia, y con escasos recursos para sobrevivir.
La influencia de la Revolución Soviética el envío de emisarios rusos en forma directa e indirecta a China con el fin de concientizar a la población para que se rebelara como lo hizo en Rusia.
La guerra civil y la revolución de 1949.
Desde la revolución de 1911 que había proclamado la república, el poder en China permaneció fragmentado hasta 1928, año en que quedó en manos del general Chiang Kai-shek, líder del Partido Nacionalista (Kuomintang).
La expansión del Partido Comunista Chino (PCCh), liderado por Mao Zedong, provocó el enfrentamiento con el gobierno nacionalista, que pronto desembocó en una guerra civil. En 1934, las tropas comunistas emprendieron lo que se llamó la "Larga Marcha": recorrieron cerca de 12.000 km huyendo del cerco que les habían tendido los ejércitos nacionalistas.
La Segunda Guerra Mundial puso un paréntesis en la guerra civil: comunistas y nacionalistas pelearon juntos contra los japoneses. Pero una vez finalizado el conflicto y producida la evacuación de las tropas japonesas del territorio chino, la lucha se reanudó. En 1949, los comunistas alcanzaron el triunfo y, el 1 de octubre, fue proclamada la República Popular China. Los nacionalistas, por su parte, se refugiaron en la isla de Formosa (Taiwan).
Los primeros años de la República Popular
El nuevo régimen presentó algunas peculiaridades propias respecto al comunismo internacional, lo que dio origen a lo que se conoce como maoísmo: unión de las cuatro clases revolucionarias (campesinos, obreros, pequeña burguesía y burguesía nacional), importancia del campesinado, revolución permanente, acción directa del Partido en todas la áreas.
Una vez en el poder, el gobierno revolucionario adoptó la política de "inclinarse hacia un lado": contra el imperialismo capitalista, se alineó con la Unión Soviética. En diciembre de 1949, Mao viajó a Moscú, donde firmó con los soviéticos un tratado de amistad, alianza y asistencia mutua.
En el terreno económico, el gobierno chino lanzó el prirner plan quinquenal (1953-1957), que se centró en el desarrollo de la industria pesada. En forma complementaria, se llevó a cabo una progresiva colectivización de la gricultura. Las grandes propiedades en poder de latifundistas y de la burguesía canipesina fueron expropiadas y repartidas entre los agricultores.
La campaña de las Cien Flores y el Gran Salto Adelante
En 1956, el régimen comunista impulsó un proceso de liberalización intelectual: la campaña de las Cien Flores (1956-1957).
Con él, el Partido Comunista Chino buscaba captar la adhesión de los intelectuales, muchos de los cuales le eran hostiles. En un principio, los intelectuales no comunistas se mostraron reacios a manifestar sus críticas. Finalmente, el movimiento desembocó en una verdadera denuncia de las propias bases políticas del régimen. La reacción del Partido no se hizo esperar: los críticos fueron acusados de contrarrevolucionarios y elitistas y muchos de ellos fueron castigados.
En 1958, el gobierno chino lanzó un amplio movimiento conocido como el Gran Salto Adelante: con él se buscaba lograr un equilibrio entre el desarrollo industrial y la agricultura. Pero, a pesar del éxito obtenido en los dos primeros años, el Gran Salto fue un fracaso.
La crisis se agravó debido a la ruptura con la Unión Soviética a principios de los '60. Las aspiraciones chinas a convertirse en un foco de irradiación de una nueva ola revolucionaria mundial, en la que la lucha contra el capitalismo era central, contrastaba con la ambigüedad de las relaciones que en esos años Moscú mantenía con Occidente.
La Revolución Cultural
Una de las consecuencias del fracaso del Gran Salto Adelante fue el deseaste y la relegación de la figura de Mao del centro del poder. Un grupo de dirigentes del Partido y algunos militares comenzaron a someter las ideas de Mao a una profunda revisión. En 1962, comenzó la contraofensiva del maoísmo a partir del Ejército, donde el líder conservaba un enorme prestigio. A fines de 1965, Mao dirigió sus ataques contra los intelectuales, invitando a los estudiantes a denunciar las desviaciones ideológicas.
Dicha estrategia triunfó en agosto de 1966, fecha en que se hicieron públicos los dieciséis puntos de la “gran revolución proletaria” que habían sido impuestos de hecho gracias a la lealtad de los guardias rojos y al apoyo de las masas trabajadoras descontentas. Los objetivos principales que pretendía cubrir con este proceso eran, en primer lugar, la persecución y derrota de todos aquellos que, detentando el poder, seguían la vía capitalista; en segundo lugar, la destitución de las autoridades académicas burgueses y la abolición de su ideología; por último, la transformación de aspectos de la superestructura – lugar donde se sitúa la ideología en la teoría marxista – que habían quedado desfasados después de la implantación de la economía socialista.
Aquel mismo año de 1966 se hizo público el célebre Libro Rojo, recopilación de citas de Mao que sintetizan lo fundamental de su pensamiento y que se extendió entre las masas chinas con el propósito de que sirviera de instrumento para que asumieran el protagonismo de su propia revolución. El libro, traducido a numerosos idiomas, corrió de mano en mano por todo el mundo y se convirtió en un auténtico best-seller político de la década siguiente. Después del noveno congreso del Partido Comunista, celebrado en abril de 1969, el pensamiento maoísta se consolidó como eje de la Revolución China, pero veinte años después, las disidencias internas, sacadas a la luz por la descomposición generalizada de los regímenes imperantes en los países del llamado “socialismo real”, y especialmente representadas por los jóvenes estudiantes y la población descontenta de las grandes concentraciones urbanas, fueron violentamente reprimidas en la plaza de Tiananmen. Para entonces, el último de los supervivientes que fundaron el Partido Comunista, Mao Tse-tung, había fallecido en 1976. Pese al imprevisible desmoronamiento de su gran obra, aún hoy el mundo recuerda con fascinación la asombrosa energía de que hizo gala el maestro chino durante su larguísima existencia. Siendo joven, cuando caía la helada lluvia traída por el viento de Mongolia, Mao se desnudaba para recibirla con objeto de, según sus propias palabras, “domar el esqueleto”. Con el mismo rigor espartano y abnegado mantuvo un pulso con la Historia.
El llamado de Mao tuvo una gran respuesta en las escuelas y en las universidades, de ahí que este movimiento haya recibido el nombre de Revolución Cultural. El movimiento pronto se extendió a toda China. Los estudiantes, convertidos en Guardias Rojos, dirigían sus ataques contra los dirigentes que se habían opuesto a Mao, a los que calificaban de revisionistas y contrarrevolucionarios. A comienzos de 1969, Mao había recuperado su poder.
China después de Mao
Tras la muerte de Mao en 1976, los dirigentes chinos mantuvieron el modelo socialista. Sin embargo, se ha desarrollado una política económica más pragmática que, lentamente, camina hacia una economía de mercado, aunque siempre controlada. El conductor de este cambio es Deng Xlao Ping, uno de los dirigentes marginados del Partido durante la Revolución Cultura] y rehabilitado posteriormente. En 1978-1979, Deng impulsó una cierta liberalización política conocida como "Primavera de Pekín" y permitió una crítica moderada al maoísmo. Sin embargo, el régimen chino todavía se caracteriza por la falta de libertad política. Los movimientos de oposición son duramente reprimidos tal fue el caso de la revuelta estudiantil en la plaza de Tiananmen, en Pekín, en 1989.

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